domingo, 29 de junio de 2008

Tejer es aprender a hilar y deshilar...

Siguiendo una útil tradición familiar que viene de varias generaciones, aprendí muy pequeña a entrelazar hilo con dos palillos. Crecí viendo tejer a mi madre, mis tías, mi abuela, bisabuela y hasta tatarabuela. Para las mujeres de mi familia este arte milenario es más que un simple pasatiempos, han vestido a toda la familia por años, no hay quién no tenga -más de- una prenda tejida a mano, es tema de conversación y motivo de largas reuniones de las que todas hemos participado más de una vez.
Es así como muchas veces he tenido la tediosa, pero intrigante labor de deshacer una madeja de lana para hacer un ovillo más espeso. Es todo un desafío, saben? una persona sola no puede, tienen que ser dos. Las viejas pueden hacerlo fácilmente mientras comadrean y con una rapidez impresionante, pero quien no tiene mucha experiencia requiere concentración de budista.
A pesar de encontrarme varias veces hipnotizada siguiendo con la vista el recorrido de una hebra, nunca imaginé que alguien pudiera describir tan perfectamente esa monótona y continua instancia, de hecho creo que hay que estar muy alucinado para tener la sóla ocurrencia de intentar describir esa monótona y continua instancia, ni a Homero que condenó a Penélope a tejer y destejer durante 20 monótonos y continuos años...
Hace algunos meses en el Café Literario de Providencia me enredé con "Divertimento", una grandiosa novela de Julio Cortázar que leí monótona y continuamente una hora al día, dos cafés por hora y vaya usted a saber cuántos cigarrillos por café. Cuando dí con este -aparentemente- descontextualizado fragmento, puede parecer cursi pero sentí nostalgia, recuerdos de infancia y de esas largas reuniones (y el tiempo cae, cae, cae...)

Del mismo modo que el ovillo está ahí (o la madeja, su pequeño mar fofo naranja o verde sobre la falda) y vos tirás de una punta, entonces la punta se entrega, la sentís ceder desenvuelta, oh pibe qué estupendo tirar y tirar, sobre un cachito de cartón vas envolviendo el hilo para hacer un buen ovillo sin nudos, nada de ovillado, algo continuo y terso como la avenida General Paz. Perfectamente sacás el hilo y te parece que después de todo el otro ovillo no estaba tan enredado, empezás a pensar que estás perdiendo el tiempo, siempre el hilo viniendo mansito a ponerse sobre sí mismo en el cartón, lo de más abajo tapado por lo de más arriba que en seguida es lo de más abajo (como en las buenas polentas: una capa de tuco, una de polenta, una de queso rallado; o el juego que hacíamos de chicos, primero yo ponía una mano, entonces abuelita ponía encima la de ella, y yo la otra y ella la otra; yo sacabala de abajo –despacito despacito porque ahí estaba la delicia– y la ponía arriba; ella sacaba la de abajo y la ponía encima, yo sacaba la de abajo –ahora más ligero– y la ponía encima, ya venía la de ella, la míaladellalamía qué manera de reírnos–)
porque viene otra capa de hilo a arrollarse por encima –que en seguida es lo de más abajo.

Todo va así perfectamente, y a vos te parece que estás perdiendo el tiempo porque el ovillo no estaba enredado, el hilo viene y viene sin tropiezo, parece increíble que de esa masa glutinosa nazca el hilillo claro que sube por el aire hasta tu mano. Y entonces oís (los dedos sienten sonar esta ruptura terrible) que algo se resiste, se pone de pronto tenso, el hilo zumba envuelto en su polvillo de talco y pelusa, un nudo cierra la salida, cierra el ritmo feliz, el ovillo estaba enredado

en

redado

ahí dentro entonces hay cosas que no son el hilo solamente, el ovillo no es un hilo arrollado sobre sí, dentro del mundo del ovillo entrevé ahora tu sorpresa cosas que no son hilo, ahora ya sabés que hilo más hilo no basta para dar ovillo. Un nudo, qué es un nudo, hilo mordiéndose, sí pero nudo, no solamente hilo dentro de hilo. Nudo otra cosa que hilo. Globo terrestre ovillo, ahora ves mares, continentes, una flora ahí dentro, y no te vale tirar porque resiste, tires de los paralelos, tires de los meridianos. Todo iba tan bien cuando no era más que un ovillo, definición de hilo arrollado en cantidades. Tirás furiosa, porque esta cosa nueva es rebelde y te resiste, ves salir un poco de hilo, apenas un poco y adentro como un anzuelo de hilo que lo retiene, una pesca al revés y cómo estás de rabiosa. Sin salida salvo Alejandro Magno, sistema tonto añejo inútil. Cómo desenredarlo, el ovillo en alto contra la luz, hilos paralelos, diez, ochenta, oh cuántos. –Pero aquí contra el tuyo anzuelo de sí mismo, dos o tres retorcidos, seminudos y un hilito parado ahí, tu ovillito interrumpido ahí. Así es como se aprende a mirar una madeja, olvidada de la definición, hilo sobre sí mismo muchas veces

macana

Más cosas hay en el cielo y en la tierra, Horacio – En los ovillos que no son nada, su propia materia girando y girando inmóvil, universo translúcido en la mano, copa de árbol de lana con cosas adentro que enganchan los hilos.


Como dato curioso les cuento que entre las "tejedoras" se cree en el mito que si se teje una prenda a un novio, esta relación no va a perdurar. Posiblemente tenga algo que ver con la leyenda Homeriana. Yo he tejido sólo dos prendas en mi vida, a dos personas; ahora son ex novios.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Felicidades Celinne!, tienes un blog muy entretenido. A pesar de que no soy muy cortaziana, porque me en redo un poco con su surrealismo deshilachado, me leeré la novela completa; quizá todavía pueda convertirme :)
Un fuerte abrazo de tu amiga
Moña ;)

Unknown dijo...

Hermoso relato de una costumbre milenaria ... me hiciste recordar los magicos ponchos de Doña Añada, pitonisa de las sagas que el maetsro Scorza escribio ...

saludos

VV dijo...

Mi familia también es de mujeres tejedoras. A diferencia de ti, no tejo. Me faltan la paciencia, la dedicación, el sosiego. No heredé el don ni lo que implica tenerlo. Una lástima.
Me gusta leerte, Jacque.

Lesly Andunce Low dijo...

Hola pues estoy enbelezada con tu blog. Me Gusta mucho!!!
Que curioso eso de tejer, también soy LA HIJA que no corto la cadena.
Tejo aunque hace un tiempo lo deje de lado.
En fin siempre mi Pitufo me preguntaba cuando le tejia alguna cosita. Siempre le he contestado ya luego con una sensacion extraña, ahora que lei tu final, pues ya lo entiendo. =) Y esto perdura!!! Saludos