domingo, 12 de julio de 2015

Reflexiones en el clavijero.

A mi hermana Carolina.

Hace unos días estuve afinando mi guitarra.  Hay personas talentosas que pueden realizar este proceso casi mecánicamente y otros necesitamos esforzarnos un poco. En este ritual me hice de un pequeño juego; medir la rapidez con que puedo dejar conforme a mi oído, un desafío en que siempre busco superarme, pero esta vez me propuse concentrarme en el sonido sin preocuparme del tiempo, ni en resultados inmediatos. Alcancé tal nivel de concentración que cualquiera que me hubiese visto, pensaba que se me paralizó el cerebro y me perdí del mundo. Estuve no sé cuánto con los ojos cerrados, el mentón en la guitarra y toda la atención fijada en la colisión entre una cuerda tensada y mi pulgar. Mientras más concentración, más claro e identificable el tono en el aire. Si pudiera describirlo, es como ver el sonido salir disparado como una flecha, expandirse y disolverse en pequeñas partículas vibrantes traspasando el límite de mi radio auditivo.

Recordé que hace un tiempo, cuando merodeaba los secretos del dibujo y la pintura, alguien me dijo que: "para aprender a dibujar, hay que aprender a mirar" y entonces vinculé esa premisa a la música. Muchas personas piensan que tienen "mal oído", pero es porque no han aprendido a escuchar, a poner atención al sonido que nace ya sea de la naturaleza, de un instrumento musical o de su propia voz. Cerrar los ojos y visualizar esa fibra y su particularidad, a sentir su textura, su densidad, su frecuencia, a qué velocidad viaja, dónde se desvanece. O el conjunto de fibras y las formas que se hilan en patrones únicos, variables según el rol que el compositor le de a cada sonido y las propiedades que cada uno distinga en ellos. Verlas danzar, tristes, alegres, melancólicas, pero innegablemente vivas.
Creo que la música en sí misma expresa verdades maravillosas, imposibles de revelar ni con todas las palabras utilizadas en los cientos de idiomas que se hablan en toda la red humana del mundo, que si se educa el oído y se aprende a escuchar, es fácil encontrar y reconocer esa belleza en cualquier tipo de música, ritmo o melodía que represente o pretenda representar cualquier vicisitud del mundo exterior o interior.

Hay tantos canales de expresión, tantas maneras de representar la realidad que podemos percibir, sin embargo mi preferido sin dudas es la música. De mi pereza, quizás no aprenda a leer el lenguaje oficial, probablemente jamás llegue a representar mi propia realidad a través de un instrumento musical, pero pocas personas entienden el significado de la música en mi vida. Y lo comparten.

Algo así pasó por mi mente mientras descubría que mi guitarra necesita un cambio de cuerdas urgente!