sábado, 3 de julio de 2010

Origen de la teoría del libre albedrío


























En uno, la necesidad reviste la forma de sus pasiones; en otro, es la costumbre de escuchar y obedecer; en un tercero, se da mediante la conciencia lógica, y en un cuarto, se muestra en el capricho y el placer extravagante de leer saltándose páginas. Pero todos ellos buscan el libre albedrío precisamente allí donde están más encadenados. Es como si el gusano de seda hiciera consistir su libre albedrío en su acción de hilar. ¿A qué se debe esto? Evidentemente a que cada cual se considera libre allí donde es más fuerte su sentimiento de vivir, y en consecuencia, como he dicho, unos los hacen en la pasión, otros en el deber, otros en la investigación científica, otro en la fantasía. Involuntariamente el individuo cree que el elemento de su libertad radica en aquello que le hace fuerte, en lo que anima su vida. Vincula dependencia con torpeza e independencia con sentimiento de vivir, como parejas inseparables. En este caso, una experiencia que el hombre ha adquirido en el terreno político y social la traspasa indebidamente al campo de la metafísica trascendental: aquí el hombre fuerte es también el hombre libre; el vigoroso sentimiento de alegría y de dolor, la elevación de las esperanzas, la audacia de los deseos y el poder del odio son patrimonio del soberano independiente, mientras que el súbdito y el esclavo viven en un estado de opresión y de necesidad. La teoría del libre albedrío es un invento de las clases dirigentes.

Friedrich Nietzsche

Imagen: Vincent Van Gogh / The Prison Courtyard-1890

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